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Conversaciones con un soldado

Conversaciones con un soldado

Hechos: Las peregrinas memorias de un soldado. Errabundas nostalgias de la guerra. Melancolías de un combate sin destino. El Anschluss. Los camaradas caídos siembran túmulos eternos en las estepas. El soldado repudiado. Las heridas más dolorosas del soldado: el gran desprecio, el olvido injusto. Klaus y la ironía del idioma de los equinos: “Calma, cavalli… suuu”. Del exabrupto “The fucking mortar”  en un encuentro de los criadores de Aberdeen Angus. Mi estandarte: La llave. De los insuperables Panzer al carromato ruso. El Panzer IV Ausf. G., mi tanque. El errante paso del honor. El largo trajinar de Klaus desde los Sudetes hasta desembarcar del Adelaar en “Mi Buenos Aires querido”. El temido uniforme negro. Eduardo Serrano y Patrick Kennedy nos observan desde muy alto. Un gato maúlla en Mountjoy. La Primera División Panzer, su escudo de la llave y un prestigio merecido. Las Waffen-SS. El honor vive en el olvido. En nombre de mi Patria. El mismo barro, la misma sangre. Klaus: - nunca fuimos soldados de “asfalto”.

La canción del Volga

En las orillas del Volga, impávido un soldado

Cubre guardia para su Patria, sin mostrarse abrumado

Es noche cerrada, está solo en su ausencia

Nada lo alumbra, ni la Luna, ni las estrellas en su infinita existencia

Exánime, la estepa enmudece

Una lágrima, lenta, doliente, lo entristece

Siente que algo carcome su corazón

Pregunta e implora en busca de unción

y ruega:

Señor que estás en lo alto, ¿de mi te has olvidado?

Mi corazón anhelaba de ti que te hubieses acercado

Tú tienes en el cielo muchos ángeles contigo

Concédeme el favor de compartirlos conmigo.

 

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